El caballo
El caballo es un animal que requiere atención, amor y cuidado. Necesidades que todo humano también necesita.
He aquí uno de los mayores secretos revelados, tenemos necesidades similares en cuanto a lo afectivo.
No sé por qué se tiene la creencia de que los animales son animales y los hombres, hombres.
En ese sentido, es como si los animales no sintieran, no padecieran o dolieran. Entonces hay quienes les dan lo peor.
Los tratan de la peor manera y siempre aquello que está por dañarse, es lo que les dan.
Definitivamente hay gente sin escrúpulos que sólo vive de apariencias y todo lo que les importa es el lucro sin importar el daño que hagan al animal.
Estos animales son extraordinarios, poseen una sensibilidad fabulosa que les permite tener una conexión especial con el ser humano.
Ambos pueden ser realmente amigos aunque uno hable y el otro mire sin pronunciar palabra alguna.
Más el lenguaje corporal del equino habla más que mil palabras.
Es por ello que se debe cuidar al caballo en todo tiempo, circunstancia y lugar.
Un estudio ha revelado que los caballos tienen emociones y las manifiestan a través de su comportamiento.
Estas se nutren de acuerdo al proceso de crianza que haya tenido o tenga el animal.
Además que son capaces de reconocer las emociones humanas y saber si la persona está enfadada o si viene con intenciones peligrosas.
La investigación fue dada a conocer por la Universidad de Sussex, en Inglaterra.
Uno de los resultados de esta indica que si la persona está molesta acelera el ritmo cardíaco del animal y miran el rostro con el ojo izquierdo.
En artículos recientes hemos hablando un poco sobre las emociones de estos animales, la importancia de cuidarlos bien así como un rechazo frontal al maltrato animal.
Pues bien estos animales llegan a ser tan inteligentes que pueden percibir la intención con que alguien se le acerca y así mismo responder.
En ese caso no quiere decir que el animal es rebelde, todo lo contrario, está reaccionando ante un mecanismo de defensa personal.
Otro aspecto curioso sobre el caballo es que la forma de sus reacciones se moldean desde el primer día de nacimiento.
Sí, desde el día uno ellos están en capacidad de absorber la información que se genera alrededor y procesarla para el resto de su vida.
Es por ello que si el potrillo recibe temor, rechazo o inseguridad desde su primer día de vida, probablemente así será por siempre.
Por su puesto, con amor y paciencia las cosas cambian, más hay que reconocer que ese primer momento en que nace es vital para su estabilidad emocional.
De hecho, los expertos recomiendan que ese mismo día el humano entre en contacto con él para que el potrillo sepa que no está solo.
Que hay alguien más ahí con él.
Al igual que en el ser humano el afecto es fundamental porque constituye la base emocional.
Asi mismo el caballo requiere de afecto, admiración pero también confianza.
La relación de un ser humano con un caballo se basa en la confianza que ambos pueden desarrollar.
Más aún cuando se conocen desde el primer momento en que nace o lo compran desde pequeño. Esa es la edad ideal para comenzar a construir la confianza.
Y es que el caballo cuando no se siente tranquilo actúa mediante el nerviosismo.
Ello no significa que sea inestable sino que no está “seguro” donde se encuentra y teme por su vida. Se trata de una respuesta normal ante una posible situación de amenaza.
Recordemos que los caballos son seres libres que por años y años corrieron por las llanuras sin que nadie los domara.
Hasta que el hombre comienza a usarlos como medio de transporte, de carga y finalmente diversión (carruajes) o deporte.
Una vez que esto ocurre el caballo entra en la fase de doma, la cual cuesta esfuerzo, paciencia y dinero. Un buen domador de caballos es muy buscado.
No todo el mundo sabe tratar con ellos ya que son animales que tenderán a tener el control en algún momento.
Incluso en las carreras de caballos vemos que cuando un equino quiere hacer de las suyas ignora las órdenes del jockey y hace como quiere, a veces gana y en otras pierde.
Más esto es natural en el ciclo de la vida. Todos quieren ser líderes pero no todos pueden serlo. Primero hay que dejarse formar.
Cuando un caballo entra en fase de doma ya no se trata de él solamente, sino que involucra a quien lo está formando y al jockey que lo montará.
El carácter de el caballo comienza a ser moldeado y sus viejas costumbres deben quedar en el pasado.
Lo que significa que, aunque esté perfectamente adiestrado, siempre hay que tener cuidado pues estamos frente a un animal que aún se cree libre y querrá tomar sus propios riesgos.
Es por ello que en el proceso de doma la paciencia es clave, la comunicación es vital y la conexión entre el jinete, entrenador y el caballo tiene que ser perfecta. Única.
Cuando entre un jinete y un caballo existe la complicidad, el cielo es el límite.
Juntos pueden llegar tan lejos como quieran, siempre y cuando las lesiones no dañen a ninguno de los dos.
Como todos sabe la hípica es un deporte riesgoso en el que ambos están en “peligro” o más bien vulnerables.
Los riesgos de caídas, accidentes o atropellos son altos. Hay que estar preparado para ello.
El caballo saldrá con toda su fuerza a correr pero el jinete tiene que recordarle quién tiene las riendas.
El trabajo en equipo, cuando se hace a partes iguales, resulta más divertido y fácil.
Así es la relación que un entrenador, un jockey y el caballo deben construir.
La complicidad tiene que existir para hacer un binomio en la pista, correr como si fueran uno, arrasando con el lote, corriendo cerca de la baranda o por fuera, saliendo de primero o remontando desde atrás.
El caballo es un animal dócil, sensible, amoroso, al que le gusta habitar en familia y defiende su manada a como de lugar. Ese es su instinto.
Y en la vida con los seres humanos, hablando de los caballos adiestrados, es lo mismo.
El humano se vuelve su familia y la cuadra su hogar. Así que él sentirá que pertenece allí y se sentirá seguro, pero también será capaz de defenderlo.
Los caballos son muy habilidosos, comunicativos y expresan lo que sienten con su cuerpo. Hay que estar atentos a sus movimientos para saber qué es lo que nos quieren decir.
La clave para lograr el binomio es la cercanía, el tacto desde la infancia del potrillo.
Porque es el momento ideal para sembrar en ellos la confianza que requieren para acercarse a los humanos en el futuro.
Cuando un caballo no confía en las personas no se acerca y es arisco.
Pero lo más importante de todo esto es aprender que el caballo no necesita del hombre sino el hombre del caballo.
Partiendo de allí hay que tener claro que se deben crear las bases para una estabilidad emocional del mismo e internalizar que sus tiempos no son los nuestros.
Y que si un caballo es domado en seis meses o cuatro, quizá, no todos tienen ese mismo grado de madurez, algunos fluyen más rápido mientras que otros van más despacio.
A continuación compartimos este video sobre las emociones y la doma de caballos.
Fuentes consultadas:
http://www.mirabalasociados.com
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