La vida de las mujeres tras la monarquía no siempre ha sido fácil. La rigidez de la etiqueta cortesana aplasta a los espíritus libres. Aquellos que están acostumbrados a obedecer funcionan en un esquema donde son meros símbolos del poder. Por ello hoy hablaremos de Isabel de Baviera, Sisi la emperatriz amante de los caballos.
Y es que la nobleza siempre ha estado asociada a los caballos y la equitación. Recordemos la pasión de la Reina Isabel II de Inglaterra y su pasión por los caballos.
Desde un comienzo la familia de su futuro consorte, el emperador Franz Joseph I, y su propia familia, supieron que Isabel de Baviera no estaba lista para ser emperatriz.
Pero al capricho del emperador Franz Joseph I no se le podía negar nada. Un hombre enamorado que no tenía tiempo para atender a su propia esposa y que la dejó en manos de las asfixiantes normas cortesanas.
Una de las curiosidades que signó toda su personalidad es que ella fue criada en el campo, a orillas del Starnberger See. Esta zona semi-rural, llena de naturaleza, animales y libertad moldeó su forma de actuar y pensar. Cambiar las orillas del lago Starnberger por el palacio Hofburg de Viena fue su penitencia y su condena.
El espíritu de Isabel de Baviera, Sisi la emperatriz amante de los caballos, se impuso por momentos. Sin embargo, pero el protocolo cortesano y ciertos eventos terminaron debilitar su voluntad y deprimirla.
Hoy conoceremos como Isabel de Baviera, Sisi la emperatriz amante de los caballos, vivió adelantada a su tiempo amando a los caballos.
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Nacida en Munich en diciembre de 1837, desde siempre Isabel de Baviera, apodada Sisi, fue una amante de los caballos. Su tía fue Isabel de Baviera y reina de Prusia debido a su matrimonio con Friedrich Wilhelm IV de Prusia (conocido en español como Federico Guillermo IV). Su nombre fue puesto como manera de honrar a su tía, la cual sólo 4 años después se convertiría en la reina consorte de Prusia.
Sus orígenes ya le auguraban una posición en la nobleza. Sin embargo, quien estaba siendo preparada para la corte y el matrimonio con Franz Joseph I era su hermana mayor, Helena. Helena era una joven disciplinada, muy religiosa, discreta, atributos que la hacían perfecta para el matrimonio y las cortes austríacas.
Sin embargo, la depresión de la pequeña Sisi por un desencanto amoroso hizo que la incorporaran al viaje a última hora. La prima que había conocido como una niña de 11 años se había convertido en una señorita de 15 años muy hermosa. Desde ese momento Franz Joseph I se enamoró y no habría nada que cambiaría eso.
Sin embargo, tanto por su temperamento, rebelde y libre, como por su crianza, Sisi no estaba lista para las cortes europeas.
Pero pasemos a conocer quién era Isabel de Baviera, conocida como Sisi, la futura emperatriz amante de los caballos a los 15 años.
Isabel de Baviera, Sisi, fue una emperatriz que creció lejos de las cortes y no fue preparada para ello. Creció en Munich en el Palacio Herzog Max con una libertad inusitada ni limitada por sus padres.
Además, Isabel de Baviera, Sisi, solía pasar los veranos en el castillo de Possenhofen, frente al lago de Starnberg. Esta se convirtió en el hogar favorito de la familia y en especial de Sisi.
Los alrededores del castillo de Possenhofen estaban llenos de naturaleza y animales. Fue allí donde desde temprana edad conoció y amó a los caballos, amor que duraría por toda su vida.
Fue una estudiante difícil quien no quiso aprender francés que en aquella época era el idioma de las cortes europeas y de la nobleza. El idioma inglés si llegó a dominarlo, aunque le costó bastante.
Con la música no tuvo ninguna afinidad y odiaba el piano. Sin embargo, el dibujo y la poesía si despertaron su interés y demostró gran habilidad. Allí donde la creatividad mostraba su cara, allí estaba Sisi de Baviera.
Pero donde realmente se destaco fue en el cuidado de su aspecto físico. Sisi se cuidaba con una dieta a base de proteínas y con mucho ejercicio físico. En ese ejercicio físico se destacaba los largos paseos, sacar a pasear a sus perros por el palacio y montar a caballo.
Para algunos, la princesa sólo comía sano, caminaba y montaba a caballo. Tenía múltiples caballos los cuales montaba con frecuencia y que usaba como ejercicio físico.
Su amor por los animales, por la cultura clásica y por la causa Húngara la hicieron peculiar y le ganaron el rechazo de la corte. Sin embargo, esto también le ganó el amor de su pueblo.
Con sólo 16 años Isabel de Baviera se convirtió en la esposa de Franz Joseph I y la emperatriz del Imperio Austro-Hungaro.
El rígido protocolo de la corte de Austria fue mermando su libertad y su voluntad. La archiduquesa Sofía, su suegra, quedó a cargo de la crianza de su primera hija Sofía, pues la consideraron incompetente para criarla.
Sin embargo, con el nacimiento de su segunda hija Gisela, retomó la voluntad para hacerse cargo de sus hijas. Allí comenzó un momento de alegrías que no tardaría en disolverse.
En un viaje a las provincias de Hungría, al que se oponía su suegra, la archiduquesa Sofía, su pequeña Sofía fallecería por disentería, debido a la falta de salubridad.
Esto derrumbó la voluntad que le quedaba a Sisi y terminó por ceder la crianza de Gisela a su suegra.
Sin duda, muchos paralelismos con la vida de la princesa Diana de Gales. Una niña que no estaba lista para la dureza de las cortes y un sistema anticuado que no sabía adaptarse.
El final del imperio ocurrió poco después, y quizás lo ocurrido con Sisi fue una alerta para la monarquía que decidió ignorarla. Adaptarse o desaparecer… Y quien estaba a tono con los tiempos realmente era Isabel de Baviera, Sisi la emperatriz amante de los caballos y quizás el equivalente a la princesa Diana de Gales Austriaca.
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