Valeria Ariza
El año 2018 fue muy interesante para la jinete y entrenadora uruguaya Valeria Ariza.
Debido a que es la primera suramericana en competir en el Mongol Derby. La piloto latina conquistó el puesto 8 entre 44 concursantes.
El recorrido de esta carrera comprende tramos en desierto, montaña, a pie, sola y otras con el caballo.
Lo cual la convierte en la carrera más larga y dura del mundo. El Mongol Derby dura 10 días.
A sus 40 años la uruguaya envía la solicitud para competir en esta justa y para su sorpresa resulta elegida.
Lo cual representa un reto muy interesante en su carrera porque fue a Mongolia siendo la única mujer latinoamericana en esa justa.
Y aunque ella ya había ido a Mongolia para evaluar el terreno, conocer los paisajes, montañas y laderas no se esperaba todo lo que vivió.
Ya que una cosa es ir como turista y otra muy distinta es vivir la competencia en carne y hueso teniendo que resolver sola cualquier eventualidad.
Así que uno de los desafíos que tuvo la atleta es el acostumbrarse a 30 caballos diferentes porque en ciertos tramos de la carrera tenía que cambiar de equino.
Todo esto a fin de evitar el desgaste de los majestuosos animales. Cabe destacar que en cada parada hay un grupo de veterinarios que velan por la salud integral del animal.
Como dato curioso se tiene que esta competencia suministra a cada jinete un total de 30 caballos.
“Es un honor estar en esta selección de jinetes, dedico mi vida a los caballos y es un sueño poder representar a mi país, a las mujeres y a latinoamérica”, dijo la atleta.
Para estar en esta justa se necesitan 14.000 dólares, monto que cubre el alquiler de los 30 caballos más el hospedaje.
Esta competencia resulta extenuante para todos los que la realizan porque implica además del esfuerzo físico un agotamiento emocional…
Puesto que hay tramos de la carrera donde lo único que puedes hacer es hablar con el caballo y recibir a cambio en par de miradas.
Entonces las palabras se hacen prisioneras del silencio y la soledad puede ser desesperante al ver que llega la noche y no sabes dónde vas a dormir.
Y es que lo “loco” y a la vez emocionante del Mongol Derby es que resulta ideal para quienes tienen un espíritu aventurero.
Porque cada atleta tiene permitido cierta cantidad de kilos que puede llevar… Esto implica cosas de uso personal, alguna carpa, abrigo etc…
Al llegar la noche la persona decide si instala su carpa y descansa o sigue el recorrido e incluso tiene la opción de quedarse en la casa de algunos habitantes de la zona.
Esto hace que también se produzca un intercambio cultural interesante porque hace que la gente se conozca entre sí y comunique.
Cabe destacar que en Mongolia se tiene un idioma distinto y los turistas no suelen hablarlo, por lo que cuando los jinetes asumen el reto del Mongol Derby aprenden otras cosas.
Todo en la vida conlleva un aprendizaje y todo aprendizaje es parte a su vez de un descubrimiento.
La experiencia que vivió la uruguaya Valeria Ariza tiene mucho que ver con eso…
Ya que al no saber el idioma local no podía comunicarse verbalmente con los lugareños… Entonces recurría a la mímica para hacerse entender.
En el camino mostró fotos de sus hijos a las personas que la hospedaron en su casa y de esa manera les contaba un poco sobre su vida y las cosas que hacía.
Curiosamente Valeria no pudo llevar muchas cosas así que no contaba con carpas y elementos de ese estilo para acampar.
Por lo que se apegó a la opción de ser acogida por los pobladores en sus viviendas, quienes amablemente la atendieron y brindaron lo que necesitaba.
Hospedaje, lugar cálido para descansar y comida.
De este modo ella conoció más a las personas de esa región, interactuó con ellos y comprendió que el amor es lo más importante y que para comunicarse los gestos, miradas y sonrisas son una buena opción.
El calor del día era agotador y el frío en las noches solía asustarla un poco.
Valeria contó al periódico El País que perdió peso durante el recorrido.
Además tomaba entre 8 y 10 litros de agua cada día.
“Para llegar a la meta hay que tener un plan bien armado. Hay que hacer foco y estar entrenado, galopar e ir rápido, muy rápido, pero también es necesario tomar decisiones de ruta en un lugar que no se conoce”, dijo al rotativo.
Aunado a su caballo sólo contaba con un dispositivo GPS en mano.
Generalmente los organizadores de la contienda anunciar el tramo a recorrer dos días antes de la salida.
“Por lo que no hay mucho tiempo para investigar y no tenés idea a dónde vas”, acotó.
Contó que se sorprendió al ver lo hermoso de cada paisaje, especialmente con el mar de arena del desierto.
También dijo que aprendió “que hay montañas con nubes de tormenta constante encima, que los GPS no siempre muestran el mejor camino y que la estepa era lo más parecido a la pradera uruguaya, pero como el desierto: un mar verde sin un solo alambrado”.
Otra cosa que causó impactó en ella es que no exista la propiedad privada, como en nuestra cultura latinoamericana.
En ese proceso en el que cambias de caballo 30 veces se debe aprender a lidiar con cada uno porque son distintos.
Unos pueden ser muy mansos y manejables mientras que otros podrían resultar algo rebeldes.
En este sentido Valeria Ariza aprendió que comunicarse con cada uno es divertido, interesante e inteligente a la vez y quien lo logra realmente aumenta su capacidad de conexión con ellos.
Tanto así que en un punto determinado de la carrera tuvo que “escucharlors” y dejarse llevar por el instinto de los animales, siendo las laderas muy fuertes.
Casi sintiendo que podrían caerse y llegar al vacío… Valeria Ariza asume el reto de confiar en que los caballos conocían mejor ese terreno que ella y decide obedecerles.
El resultado trajo consigo aumento de confianza en los caballos y el salir ilesa de esos terrenos.
“Tuve que escucharlos en algunas cosas. Los corredores en occidente estamos acostumbrados a subir rápido y bajar despacio las laderas, porque los caballos pueden rodar. Pero el primer día de carrera, ya vi que ellos se tiraban como venían, y si te ponés a querer frenarlos, hacen fuerza, se desequilibran”, comenta.
Cada participante del Mongol Derby puede dormir en los puestos que ofrece el Derby a lo largo del recorrido pero sino puede quedarse con los lugareños o acampar.
En el caso de Valeria ella decidió compartir su descanso con las personas. y fue lo mejor.
Ya que la gente salía con agrado a recibirla, le hacían la comida al momento, la acobijaban,
Las mujeres la tomaban del brazo, cual si fuera una niña perdida, y la entraban a la carpa.
Le preparaban leche de yegua, y todos se sentaban a su alrededor, a mirarla. Ellos no le entendían ni una palabra y ella tampoco más de las cinco familia que le dieron posada aprendió:
“Que hay quienes ofrecen su hospitalidad sin esperar nada a cambio y que sí, que el amor es lo más importante”.
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