Jinete, una profesión hermosa y riesgosa
La equitación es un deporte que requiere mucha concentración, tacto y comunicación.
Elementos esenciales de la vida misma que permiten que todo deportista (y ser humano) crezca y sea una persona estable emocionalmente así como en su forma de relacionarse con otros.
Es por ello que cuando se está sobre un caballo hay que estar atento y preparado.
Pues aún en esos paseos por turismo que suelen ofrecer siempre hay un guía.
La respuesta para esto es simple: Si no sabes nada de equitación, no te atrevas a subirte a un caballo sin supervisión.
Tienes que conocer al animal primero, si es nuevo en la cuadra o estás metido en el mundo hípico, de otro modo requerirás la ayuda de un experto.
Así sea para dar un mínimo paseo.
Lo cierto es que no se puede menospreciar el trabajo que hace un jockey cada vez que entrena o compite.
Los riesgos están a la orden del día.
Es por ello que hoy conoceremos cómo ser un jinete de acuerdo con la experiencia del venezolano Gustavo Mirabal Castro.
Hombre formado en el mundo de la hípica desde su infancia gracias a la influencia de su padre Gustavo Mirabal Bustillos.
Mucha gente podría pensar que ser jinete es fácil porque sólo se trata de subirse a un caballo y listo…
Pero en realidad hay muchas cosas que se deben tener en cuenta para hacer de esta profesión algo más seguro.
Los riesgos están en todos lados y en cualquier momento las caídas sorprenden.
Es por ello que para no pasar a problemas mayores es necesario un entrenamiento previo a cada vez que te subirás sobre el animal.
Cada jockey sale confiado, o al menos así debe ser, y una vez allí la comunicación con el caballo tiene que ser total.
Se supone que entre ambos tiene que existir una relación, una especie de complicidad, pues son un solo equipo al momento de la competencia.
El equilibrio forma parte de la vida y también del deporte como tal. Más dentro del hipismo es vital.
Se tiene que aprender a tomar la ventaja pero también a replegarse un poco, pues si vas a todo pulmón desde el arranque y se fuerza al caballo, la pérdida en el evento no será culpa del animal solamente.
El jinete tiene mucho que ver con ello.
Recordemos que los caballos por naturaleza son animales a los que les gusta ser libres y correr a su antojo sin que nada ni nadie los domine.
Más el ser humano se ha encargado de domarlo y crear nuevas razas para sacarle provecho a sus potencialidades.
En este sentido es necesario que el jinete establezca una relación sincera y honesta con el animal. Un ganar-ganar.
No se puede obligar al caballo a hacer algo que no quiera, tampoco sobrecargarlo en las pistas, esto conlleva lesiones que acaban un despido del mundo deportivo.
El primer paso para la toma de conciencia es saber que en la competencia siempre se tienen que tomar decisiones para adelantar o retroceder un poco, pero si uno de los dos decide por ambos entonces fracasan.
La relación de un jinete con su caballo tiene que ser tan íntima en lo comunicacional y afectivo que el animal tiene que sentirse cómodo y confiado.
Para quienes conocen más sobre el mundo ecuestre saben que es una disciplina muy impredecible en la que todo cambia.
Son raras las veces en las que los pronósticos en las apuestas se mantienen como se anuncian en la prensa.
Muchas veces hay un caballo o varios que son los favoritos para ganar la justa y de repente el que menos se esperaba es el que resulta ganador.
Así funciona la hípica…
Entonces qué hacer cuando lo inesperado llega, el caballo no obedece y quiere tomar sus propias decisiones…
La respuesta es el tacto, la comunicación. Tienes que hacerle comprender al animal que juntos son un equipo, un binomio.
Los años como jinete proporcionan estrategias que funcionan con cada caballo de una forma distinta, no todos tienen la misma forma de ser y temperamento.
Es por ello que el entrenamiento físico y emocional es muy importante, además de saber premiar a los caballos con lo que les gusta cada vez que hacen las cosas bien.
La calma en esos instantes en que todo cambia y no va todo como estaba planeado es lo mejor. El desespero puede hacer que el animal se estrese y presione más de lo que está y arroje al jinete hacia el suelo.
Uno de los cinco sentidos que tienen los seres humanos es el tacto, el cual sirve para percibir muchas cosas…
Y cuando se es jinete resulta aún más interesante porque los caballos son animales sensibles, les gusta que los acaricien, que los hagan sentir en confianza y ambiente cálido.
Los equinos perciben las emociones humanas y son capaces de albergar en su memoria todo aquello que les impacta.
Incluso si el potro es maltratado, a la edad adulta, tomará ciertas reacciones como respuesta ante una posible situación de maltrato.
Es por esto que se debe crear confianza en el caballo desde el momento en que nace a fin de que no sienta temor de acercarse a los humanos.
Después de todo ser jinete no es sólo subirse al caballo y correr en un hipódromo o campo abierto.
Ser jinete requiere pasión, humildad, compromiso, firmeza, disciplina y ser sensato.
Hay momentos en los que todo jockey disfruta de aquel gran cúmulo de victorias pero también pasa momentos duros en la cuadra cuando uno de sus amigos equinos sufre ante una lesión.
Cuando pierde teniendo “casi controlada” la situación o cuando muere uno de los caballos que ha montado.
Ser jinete implica tener coraje, arrancar bien y saber cuándo detenerse. No todo se trata del jockey sino también del caballo.
Como practicante de la equitación, desde los 9 años, Gustavo Mirabal Castro sabe que no todo el tiempo se saborea el triunfo.
Hay días de mucho halago y aplausos pero también días bajos en los que se debe reflexionar y darse cuenta que la hípica es un deporte que lleva a la gloria pero que podría acabar en solo instantes.
Debido a esto la humildad como ser humano es indispensable, la comunicación con el caballo vital, el compartir con el animal hace que se forme una relación sólida.
Sólo así se puede lograr que en un momento de “arranque loco” del equino este reaccione ante las órdenes del jinete.
De lo contrario creerá que tiene el control e intentará hacer todo a su manera.
Las relaciones se consolidan a medida que surge la cercanía y esto sucede cuando hay pasión en el jinete.
El motor de todo jockey debe ser la pasión, el realmente disfrutar lo que hace y por lo que entrena cada día.
Sin ella sería sólo una carrera por dinero y se aburrirá en cualquier momento.
La lealtad hacia el caballo generará confianza del animal hacia el jockey así como ese ánimo de no rendirse, de dar el máximo en cada competencia.
Y sobre todo, ambos tendrán la certeza de que juntos pueden vencer cualquier obstáculo.
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