Gustavo Ávila un gran jinete venezolano.
Nacido el 14 de junio de 1938 este criollo hacía emocionar a los amantes de la hípica nacional.
Por algo lo llamaban “El monstruo” de la equitación venezolana.
A continuación les contaremos su historia y cómo llega a su éxito.
Cuando se habla de Gustavo Ávila en su tierra inmediatamente suena el nombre Cañonero II.
Y es que este jockey con experiencia en suelo patrio y en Estados Unidos condujo al ejemplar de Pedro Baptista a dos victorias de las tres que conforman la Triple Corona.
La trayectoria de Ávila se conoce y se cuenta en los hipódromos de Venezuela así como en los de Estados Unidos.
Siendo este último el país donde más destacaron sus logros.
Su primer clásico en el que resulta airoso lo obtiene en 1966. Se trata del Clásico Internacional del Caribe en Puerto Rico.
El jockey criollo estudia en las Escuelas Primarias Pedro Mendoza y Franklin Roosevelt, después se matricula para el bachillerato en el Liceo de Aplicación, en El Paraíso.
Estando allí ve cómo un compañero de su colegio era constantemente alagado, Enrique H. Bouley.
Ver eso le anima a probar ser jockey y reconocido como él.
Así comienza su aventura para asistir a la escuela de jinetes del extinto Hipódromo Nacional de El Paraíso.
El director del recinto era Ricardo Ramírez, allí aprende a montar en un pony argentino, pero no le daban caballos purasangres porque era muy novato (confiesa Don Gustavo que le tenía mucho miedo).
Gustavo Ávila debuta como profesional de la fusta en el Hipódromo Nacional de El Paraíso el sábado 14 de agosto de 1954.
Ese día se llevó a cabo la reunión número 39, en una especial exclusiva para jinetes no ganadores de más de 3 tres carreras.
En ese compromiso Ávila guía a La Venus, entrenada por Luis Gallegos, arribando en la quinta posición.
La carrera la gana G. I. Blanco conduciendo a Sonia. El tiempo dejado por el jinete fue de 77″1 para distancia de 1.200 metros.
A propósito de esa cita el jockey caraqueño tiene una anécdota.
“Era una carrera de novatos. Jamás podré olvidar ese día, primero no encontraba los estribos y luego se me cayó el fuete en la partida. Estaba nervioso y tembloroso terminé en el quinto puesto. El recorrido me pareció muy largo. No solo resultó un calvario para mí, sino para Justo Torres, quien también se estrenaba en ese momento”.
Un año después,1955, es que se registra su primera victoria sobre el ejemplar Solis.
Equino que era entrenado por el chileno Héctor Samuel Hernández.
Sobre ese día Gustavo Ávila recuerda:
“Estaba tranquilo en el aparato y cuando la puerta se abrió, salí disparado, me coloqué en el tercer puesto, luego en el segundo, y cuando ya estábamos en la recta final, tomé la punta para no perderla jamás. Era mi ocasión, y si triunfaba, como había dicho a mamá, las cosas cambiarían”.
Para 1956 “El Monstruo” termina siendo el Mejor Aprendiz y se gradúa como profesional.
Ese mismo año alcanza su triunfo número 60 montado sobre el dosañero Despreciado.
De hecho, con este caballo se anota su primer clásico, el Clásico José Antonio Páez y derrota a los mejores del momento.
Su carrera empieza a subir como la espuma.
La inteligencia de Gustavo Ávila, sus recursos sobre los purasangre lo llevan rápidamente al estrellato.
Gana las estadísticas de los años 1957 (84 primeros), 1958 (90), 1959 (73), 1967 (105) y 1973 (94).
En la semana del sábado 8 y domingo 9 de agosto de 1959 alcanza 8 victorias (récord para la época) por intermedio de Catatumbo, Brete, Tristán, Banal, Onagro, Carretón, Aquille y Mi Carlo.
“Una vez se me acercó el periodista Alberto “Tapatapa” Hidalgo y me dijo que parecía un monstruo porque casi siempre pasaba la raya primero, y con ese remoquete me quedé para siempre”.
Contó el atleta sobre el origen de su apodo dentro del mundo hípico.
La victoria de Banal del 8 de agosto de 1959 tuvo la particularidad de que dicha prueba Millard Ziadie presentó cuatro ejemplares y los cuatros ocuparon las primeras posiciones del marcador.
En dicha justa participaron diez en total.
Su hoja de vida es extraordinaria y en ella puede leerse que se paseó por países como Checoslovaquia, Inglaterra, Italia y otros lares del viejo continente, además de toda la América hípica, es decir, Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Puerto Rico, Jamaica, Colombia, Perú, Chile, Uruguay y Argentina.
El primer Clásico Internacional del Caribe, celebrado en Puerto Rico, lo gana en 1966.
Ávila recuerda que ganó en Venezuela con el caballo Viviani e igual con la yegua Yeyela. De esa pareja nació Victoreado.
De su estancia en la Isla del Cordero Gustavo Ávila guarda en su memoria:
“Se dio la partida con el favorito El Rebelde adelante y Vélika muy cerca. Eran 1800 metros. Yo andaba en el cuarto o quinto lugar, y ya en la recta final, con El Rebelde montado por Cordero junior, siempre al frente, y Vélika en el segundo, me lancé con fuerza. Grité a Rogelio que era yo y él me dio paso. El Rebelde no pudo con Victoreado y por primera vez un Jinete Venezolano ganaba en el extranjero”.
Ávila es conocido por ser el conductor del caballo Cañonero II, el cual hizo vibrar a los venezolanos con su paso por la Triple Corona.
Este jockey consolida su carrera tras ganar dos de las tres carreras de la máxima competencia hípica norteamericana.
Tales victorias llegaron en 1971, el Kentucky Derby y Preakness Stakes. En ambos compromisos el jinete criollo hizo una brillante ejecución.
Tan así que el presidente estadounidense de ese entonces, Richard Nixon, lo llamó para felicitarlo por esa tremenda hazaña.
“Me correspondió el puesto 15. Pensaba que si Cañonero respondía ganaba la carrera. Seguía reflexionando y mientras lo hacía, acariciaba su cabeza”.
El jinete dijo que en ese momento pensaba en su esposa y en Venezuela, “hasta que se abrieron las puertas del aparato. Me trancaron y tuve que levantar al caballo”.
Ávila se encontraba en el último puesto de un total de 23, pero no perdió la paciencia.
“Faltaba mucho trecho y dejé que el caballo hiciera lo que quisiera. Lo hizo muy bien, solo le exigí en la recta final y ganó por cinco cuerpos y medio, ante 170 mil personas”.
El caballo que había llegado desgastado, flaco y sin aparentes ilusiones, del que todos se mofaban por su físico resultó ser el más grande de aquella temporada.
“La mayoría no lo creía, y mi compadre, Luis Aparicio, quien estaba en Boston, sí tenía confianza en mí, por eso se ganó una polla hecha por jugadores de Grandes Ligas”.
Una vez en suelo venezolano Ávila compite en la Carrera de los Ases.
La justa tuvo lugar en marzo de 1970, en el Hipódromo de La Rinconada.
El doblecoronado gana con el caballo Fox, el cual era entrenado por José Rosendo Fernández.
A su paso derrota a los grandes Braulio Baeza, Eddie Belmonte y Ángel Cordero, y a los del patio Juan Eduardo Cruz y Balsamino Moreira.
A finales de mayo de 2009 Gustavo Ávila es homenajeado en Louisville, Kentucky; en el Galt House Hotel en la ceremonia titulada “Galope a la Gloria”.
Esto a propósito de cumplirse 38 años de la gran proeza en el Derby con Cañonero II.
El venezolano fue el jinete número 31 en recibir este homenaje como ganador del Kentucky Derby.
El caraqueño viajó en compañía de su familia para revivir aquel impresionante momento que deslumbró a los norteamericanos e hizo vibrar a Venezuela, tras darle la esperanza de ser el primer jinete criollo en conquistar la Triple Corona.
En 2014, Gustavo Ávila es designado como el Buen Deportista YMCA.
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