Argimiro Aguiar Guerrero uno de los grandes de la hípica venezolana
Todos tienen una historia que contar y detrás de cada gran victoria en la vida hay una gran cuota de esfuerzo y dedicación.
Así es la vida de este jinete venezolano Argimiro Aguiar Guerrero, a quienes muchos conocen como Argimiro Guerrero.
El apureño nacido el 30 de agosto de 1952 es un hombre que desde niño gustaba del mundo hípico.
Siendo además llanero de pura cepa tiene más intrínseco esa pasión equina.
Sus padres Otilia Guerrero (Q.E.P.D.) y Argimiro Castillo seguramente se sientieron muy orgullosos de ver cómo su hijo después de varios intentos por triunfar en la vida finalmente descubre su camino.
Y es que Argimiro no tenía claro que sería jinete desde el principio, jamás pensó que su atracción por los caballos sería mucho más profunda.
Hasta un momento de su vida solo montaba por placer de vez en cuando, siempre admirando la belleza y potencia del animal.
Pero sin darse cuenta de que muy en el fondo de su ser estaba “destinado” para ser un grande de la fusta venezolana.
Como todo niño en Venezuela Argimiro comienza sus estudios de primaria y posteriormente el Liceo (Bachillerato) para luego iniciar una carrera universitaria.
Sus primeros pasos en la escuela son en su natal San Fernando y cuando estaba en cuarto grado su mamá lo mete como interno en una granja en Calabozo (estado Guárico) para que se graduara como Perito Agrario.
Sin embargo al joven Argimiro no le gusta esa decisión y completa el sexto grado en el grupo escolar de Biruaca, población cercana a San Fernando de Apure.
Luego Argimiro Guerrero pasó al Liceo Lazo Martí donde estudia y aprueba el segundo año de bachillerato.
Aún así tampoco se siente cómodo y se va a la Ciudad de Valencia a realizar un Curso de Computación de Perforaciones de tarjetas IBM.
Este curso sí lo aprueba pero nunca ejerció nada relacionado con eso porque tampoco alló se sentía apasionado.
La razón de todo es que: “a mí lo que me gustan son los caballos”, dijo Argimiro en una ocasión.
Y es que cuando non hay pasión no hay nada, podrán colocar una alfombra roja para que pases pero si tu corazón no está en eso, no lo vas a valorar y finalmente saldrás corriendo.
Hay cosas en la vida que marcan para siempre, otras se vuelven un bonito recuerdo y las demás se esfuman…
Pero, cuando hay algo que impacta jamás se olvida.
La madre de este jockey era maestra en una escuela de hogar campesino.
Y también criaba animales en Boca Arauca, cuando Argimiro salía de vacaciones iba para allá con tal de montar caballos.
Aunque ayudaba a enlazar toros y ordeñar vacas. Pero realmente lo movía su interés por montar a caballo.
Finalmente descubre que eso era lo que más le gustaba y ahí decide ser un jockey.
Para ser jockey se necesita pasión, agallas y buenas conexiones.
Guerrero tenía las dos primeras y le faltaba la última, pues no conocía nadie dentro del deporte ecuestre.
Sin embargo, aparece un tío suyo, por parte de mamá, quien lo ayuda y apoya rotundamente en su camino hacia la hípica.
José Guerrero, el tío, trabajaba en la empresa de correo postal Ipostel y dado su empleo conocía al jinete Juan Fernando Vidal.
El tío de Argimiro era el que le daba la correspondencia.
Así que en una de esas le habla sobre su sobrino y comienzan a hacer los trámites para ingresarlo en la escuela de jinetes.
Más sólo pudo estar allí como oyente (en lo que fue la promoción Marino Escobar).
Un año y medio más tarde se va a Maracaibo, estado Zulia, para comenzar unos meses de pasantía en el Hipódromo de La Limpia.
Se suponía que la pasantía sería de 6 meses pero se alargó más de la cuenta y Argimiro Aguiar Guerrero pasó dos años en el Zulia.
Comenzar de cero en un lugar lejos de casa no es sencillo, nadie te conoce, no te creen capaz etc…
Para el llanero no fue fácil estar en Maracaibo ya que nadie le permitía hacer una monta.
Hasta que varios meses después de verlo con tanta insistencia y perseverancia el entrenador Nelson González le da una oportunidad.
Este hombre permite que monte a su caballo Mamut y Argimiro no lo decepciona.
Pues consigue su primer triunfo derrotando en la raya a Refugio Azul conducido por Jesús Portillo (quien era el líder en ese momento).
Al llanero sólo le faltaba la oportunidad de montar porque una vez arriba del caballo siempre era el primero en llegar a la meta.
Finalmente concluye su pasantía con 34 triunfos.
Y al momento de cambiar de rumbo e ir a Caracas, en el Hipódromo La Rinconada, se encontraba disputando la estadística con su compadre Juan José Delgado, el popular “JJ”.
El año 1976 hace su gran debut en Caracas.
Su llegada a la capital resulta algo discreta pero 3 semanas después, el 21 de agosto, logra su primer triunfo con Maeva.
Aunado a que esa misma tarde repite triunfo con Virtuosa.
Aquella primera temporada caraqueña, ya como jinete, la termina con 26 triunfos incluyendo el Clásico Cría Nacional.
Justa que gana con Niso. Evento que representa su primer clásico en apenas 3 meses de haber debutado en la capital y como jinete aprendiz.
Se acerca el momento en que este joven jockey saltaría a la fama.
Llega el año 1977 y con él otras dos grandes victorias…
Primero porque se gradúa de jinete profesional el 31 de julio de ese año, y segundo porque gana el Clásico Alberto Smith con Etna en un feroz remate.
La Polla de Potrancas con la veloz pupila de Carlos Walker, Shelby.
El llanero defiende con ímpetu esa carrera además de conquistar siete copas.
Pero, según el portal de Anécdotas Hípicas Venezolanas, la copa que recuerda con agrado es la Otto Rahn.
Porque la obtuvo con la pequeña Blondy.
Además de cosechar un total de 56 carreras para culminar quinto en la estadística de jinetes criollos.
Empero es en 1981 cuando vuelve a triunfar en los clásicos.
A partir de ese año el jinete criollo arrasa en los Clásicos Lanzarina y Victoreado para dosañeros.
Chantarella y al sensacional North Music son los ejemplares con los que gana este jockey venezolano ambas competencias.
Esa resultó ser la época donde Ademar Piñango y Víctor Urbina les proporciona las mejores oportunidades.
Una de las cosas que ocurre con las carreras de caballos es que pueden ser muy impredecibles.
Un día la balanza se inclina hacia uno o dos ejemplares que son los favoritos y por ende los jinetes que los conduce, pero el día de la carrera cambia todo.
Y eso era lo que pasaba con Argimiro Aguiar Guerrero.
Muchas veces no fue uno de los jinetes favoritos pero siempre terminaba sorprendiendo sobre las casas de apuestas.
Una de esas veces ocurre en el Clásico Alberto Smith de 1983 con Tres Jolie y de 1984 con Mirzeelen.
Lo mismo sucede en el Clásico Victoreado de 1985 con Flight Command, al igual que en el Clásico Antonio José de Sucre de 1987 con Sellador y el Clásico Lanzarina con Fairy.
Para el año 1987 el jinete guerrero del llano incursiona en las pruebas selectivas del Hipódromo de Valencia.
Posteriormente se anexa los Clásicos Socopó e Hipódromo de Valencia con Fresal y Afirmo (implantando récord de pista), respectivamente.
Su último triunfo selectivo es la Copa Tapatapa de 1989 donde condujo a Stillwater, llamada por la prensa: la tordilla de acero.
El último triunfo como profesional de la fusta lo obtiene con el ejemplar Agua Dulce de la familia Carmona.
En 1993 Argimiro se retira oficialmente de las pistas.
Para este jockey apureño sus mayores logros son:
Graduarse como jinete profesional en menos de un año, quitarle el invicto que tenía The Queen en el Clásico Alberto Smith.
Así como haber destronado al entonces invicto French Dancer con el potro Flight Command en Clásico Victoreado.
Y finalmente el haber ganado unas 300 carreras en La Rinconada, en las que cuenta 35 selectivas, de las cuales 14 fueron clásicos.
A continuación les compartimos la actuación de Argimiro Aguiar Guerrero en el Clásico Cría Nacional de 1976.
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